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UN VERDADERO PAPA

enero 22, 2010 2 comentarios

Escucha hijo: Voy a decirte esto mientras duermes. Hace unos minutos sentí un remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama.

Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañe cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité, porque dejaste caer algo en suelo.

Durante el desayuno te regañé también. Tiraste las cosas, tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el bus, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: “Adiós papi”, y yo fruncí el ceño y respondí: “Ten erguidos esos hombros”.

Al llegar la noche todo empezó de nuevo. Estabas jugando en la calle. Tenías las medias rotas, te humille ante tus amiguitos ordenándote a entrar a la casa. Las medias son caras y si tuvieras que comprarlas, serias más cuidadoso.

Pensar hijo, que un padre diga eso.

Recuerda, mas tarde, cuando yo estaba mirando la televisión, entraste tímidamente, con mirada de perseguido. Impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta. “¿Qué quieres ahora?”, te dije bruscamente. Nada, respondiste, y a la carrera te lanzaste y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón. Luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos.

Poco después se apodero de mí un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; ésta era mi respuesta a ti por ser un niño.

No era que yo no te amara, era que esperaba demasiado de ti, Te medía según la vara de mis años maduros.

Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las colinas. Así demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme. Nada mas que eso importa esta noche, hijo.

Sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estas despierto. Pero mañana seré un verdadero papá.

Reflexionemos en la palabra de Dios en la carta a los filipenses 4.8 sobre las cosas que debemos pensar: “Lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza.”

La mayoría de nosotros estamos derrotados por pronunciar palabras contrarias al éxito, por no estimular a los que amamos con palabras de fe, solo hablamos de cosas desalentadoras desanimando a los que se encuentran a nuestro alrededor, siempre hablando de los problemas y fracasos y atamos a las personas en su propia desdicha proverbios 6,2 dice: “Tu solo te pones la trampa: Quedas atrapado en tus propias palabras”. En cristo tenemos el poder. Repitamos este pasaje: “Dejen todas las preocupaciones a Dios, por que Él se interesa por ustedes”.